jueves, 13 de octubre de 2016

La Cuba colonial.




  Volvamos un poco atrás en el tiempo para narrar la conquista, colonización y posterior revolución de la isla de Cuba que, hasta ese momento, no había atraído demasiado a los españoles, pues administrativa y económicamente todo se centró en La Española. Pero en 1511 Diego Colón se lanzó a incorporar dicha isla a sus dominios americanos y probarla, contando para ello con Diego Velázquez.

Primer cubano que se reveló durante la conquista.

  El interés fundamental de los conquistadores (la búsqueda de oro) no fue satisfecho en Cuba, pues la isla no poseía grandes yacimientos de ese metal, pudiéndose obtener únicamente un poco gracias al lavado de arenas de los ríos. Traído de Europa, en condiciones boscosas del clima tropical cubano, el ganado prosperó tremendamente, sustituto de la minería y de la naciente y precaria economía insular. Junto a esto, la necesidad de subsistir obligó a los españoles a adaptarse a consumir plantas propias de la agricultura aborigen, tales como la Yuca, con la cual se elabora el Casabe (que podía sustituir al pan); y el tabaco. Fuese para salarlo en tasajo o para utilizar sus cueros, el ganado fue la vía de escape productiva de los españoles que no abandonaron la isla para participar en la conquista.

  Estos españoles no vinieron a América para trabajar, en sentido estricto, sino a enriquecerse para repatriarse cuando lo hubiesen conseguido. Por eso Velázquez, sin estar autorizado para ello, repartió la tierra conquistada a su hueste guerrera, lo que implicó desposeer a sus legítimos dueños. Este otorgamiento no implicaba la propiedad jurídica sobre la tierra, sino el derecho a su utilización, pagando a los monarcas y a la Iglesia los derechos correspondientes. Junto al hecho del reparto de merced (el cual podía hacerse bajo distintas formas, tales como estancias y luego hatos y corrales), se hizo el reparto de los indios que la trabajarían. Estos repartos, conocidos con el nombre de Encomiendas, vinculaban al indio con un español, no bajo la forma de la esclavitud clásica, sino en un carácter similar al del siervo. Los aborígenes debían trabajar a veces catorce horas diarias, desarraigados completamente. En sus comienzos, los indios encomendados se ocupaban del lavado de las arenas de los ríos para la obtención de oro y, con posterioridad pasaron masivamente a labores agrícolas, imprescindibles para la subsistencia de los europeos.

Siervos explotados y maltratados por españoles.
  Por otro lado, el monopolio comercial español se dejó sentir con especial fuerza en Cuba, que, al no ser una región priorizada por España en la primera mitad del s. XVI, no recibía apenas los productos europeos imprescindibles. Pero el número de posadas y tabernas citadinas creció de manera extraordinaria, al igual que la prostitución, sobre todo de negras esclavas, autorizadas por sus dueños para trabajar, "a ganar", según la frase de la época. Poco a poco, el comercio exterior de la isla se amplió, a la vez que se mejoraron las comunicaciones interiores y se fomentaron nuevos poblados. En estas circunstancias, se autorizó el comercio con los "neutrales" -Estados Unidos- y la economía de la isla creció vertiginosamente, apoyada en la favorable coyuntura para los precios del azúcar y el café. Progresivamente los hacendados se fueron enriqueciendo y su flamante poder se materializó en instituciones que canalizaron su influencia en el Gobierno colonial.

  Estos criollos comenzaron a reclamar ciertos cambios en beneficio de la isla. Entre estas peticiones se encontraban: Libertad de comercio, posibilidad de ocupar cargos públicos, participar de alguna manera en el poder político... A este movimiento se le conoce como Reformismo y tomó una gran fuerza durante las primeras décadas del siglo XIX. Estos tenían como objetivo principal lograr un mayor enriquecimiento de la clase terrateniente criolla, manteniendo la explotación esclavista y apartándose de toda forma de lucha violenta contra el colonialismo español. Una de las figuras más destacadas de esta época fue Francisco de Arango y Parreño, quien presentó ante la corona El Discurso sobre la Agricultura de La Habana y Medios para Fomentarla. En la segunda etapa del Reformismo, donde se destaca la figura de José Antonio Saco, se precisa un avance en el pensamiento de los reformistas. Una manifestación de lucha contra la explotación esclavista fue El Abolicionismo. Como resultado de los fracasos de estas corrientes políticas, y aparejada a ellas, surge el pensamiento independentista, que forzaría el pilar fundamental para las gestas del pueblo cubano y el sostenimiento de sus tradiciones patrióticas. En un proceso de cientos de años, los pobladores de Cuba fueron adquiriendo costumbres, tradiciones culturales, formas de pensar y actuar propias. Sus intereses económicos y políticos eran completamente diferentes y cada vez más opuestos al de la metrópolis. De esta forma se fue gestando el proceso de formación de la nación cubana.

Las causas económicas de la Guerra fueron principalmente: Los altos impuestos y restricciones comerciales, dedicación de la mayor parte del presupuesto para gastos ajenos, cada vez eran menores las exportaciones a España y mayores las que se realizaban a los Estados Unidos (así los cubanos se daban cuenta de que comenzaban a prescindir del país). A partir de la petición de los reformistas cubanos de un reforma fiscal donde pedían el libre intercambio comercial, fue implantado por la metrópolis un nuevo impuesto sobre rentar y utilidades. Debido a esto, tras el Pacto de Zanjón, el propio desarrollo de la lucha trajo aparejado un proceso de radicalización que puede analizarse en diferentes aspectos. El movimiento de liberación nacional cubano tuvo profundas causas de carácter interno y externo, como la explotación colonial que España ejercía sobre Cuba, y otros factores ajenos a la realidad socioeconómica cubana, que influyen poderosamente en la decisión revolucionaria. Factores como estos hicieron que llegara el momento de hacer, usando una frase martiana, "La Patria libre". Devenido Céspedes, en la fecha señalada, dio el grito de independencia, liberando a sus esclavos y dando a conocer El Manifiesto del Diez de Octubre, donde se explicaban las razones de los cubanos para separarse de España. Ello estuvo acompañado por notables transformaciones en la producción azucarera, la cual alcanzaba definitivamente una etapa industrial. La dependencia comercial cubana respecto a Estados Unidos se haría prácticamente absoluta. La nueva etapa del movimiento de liberación nacional cubano partió de dos diferencias capitales en relación con momentos anteriores: Un sustancial programa de transformaciones socioeconómicas que subvirtieran el régimen colonial y dieran paso a un desarrollo nacional autóctono; y un proceso de organización de varios años.


Rocío Perera Domínguez.
 

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